agosto 8 de 2007
.
Para el gobierno de México los militares son intocables
Entrevista al abogado José Enrique González Ruiz
.
Por Joaquín Madera / ABP México, 31 de julio de 2007
.
No importa que sean narcotraficantes y criminales de lesa humanidad. No importa que la sociedad los reconozca como torturadores y asesinos. En el gobierno espurio de Felipe Calderón, “que sólo se puede sostener apoyado en el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea”, a los militares no les va a pasar nada, ni por los crímenes que cometan en adelante ni por los que hayan cometido en el pasado.
Así interpreta José Enrique González Ruiz –en entrevista con la Agencia Bolivariana de Prensa– la reciente exoneración del general Mario Arturo Acosta Chaparro, quien el pasado 28 de junio salió de la prisión del Campo Militar número1, tras haber sido juzgado por tener vínculos con el narcotráfico.
Acosta Chaparro es uno de los principales responsables de la guerra sucia de los años 70, pero quedó en libertad como si no hubiera participado en ella. El Ejército mexicano y los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón impidieron que fuera juzgado por crímenes de lesa humanidad. Más aún, “le devolvieron sus grados militares e incluso le pagaron los haberes por el tiempo que estuvo en prisión”.
Estamos, pues, ante el hecho de que “uno de los torturadores más feroces, más crueles, de la historia reciente de México” ha sido plenamente rehabilitado. Hecho que coincide, precisamente, con el repunte de las violaciones a los derechos humanos por parte del Ejército y los cuerpos policíacos, así como con la criminalización de la protesta social y el “proceso de militarización” impulsado por el gobierno de Felipe Calderón.
Esta militarización, que avanza bajo el eslogan del combate al narcotráfico y la delincuencia organizada, responde a una estrategia de control social, semejante a la que emplea el gobierno de Álvaro Uribe en Colombia. “Calderón –dice nuestro entrevistado– no está combatiendo al narcotráfico, está haciendo contrainsurgencia y está preparándose para posibles insurrecciones o levantamientos en México”.
1. Retrato de un “Salvador de la Patria”.
José Enrique González Ruiz fue asesor jurídico de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a Derechos Humanos en México (Afaddem – Fedefam); en nombre de esta organización, presentó casi 150 denuncias penales contra el general Acosta Chaparro. Asimismo, fue abogado y rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG); ahí le tocó conocer personalmente al entonces mayor y reclamarle la presentación con vida de algunos universitarios que habían sido secuestrados por organismos policíacos.
Al preguntarle quién es Mario Arturo Acosta Chaparro y cuáles son las evidencias de su participación en la guerra sucia, González Ruiz nos describió a un “personaje siniestro”, cuyo retrato presentamos a nuestros lectores:
El general Mario Arturo Acosta Chaparro Escápite es “uno de los torturadores más feroces, más crueles, de la historia reciente de México. Es un individuo que hizo carrera militar a partir de la habilidad que mostró para acercarse y detener a personas relacionadas con movimientos armados pero también con movimientos sociales y políticos”. Entre 1969 y 1971, recibió adiestramiento militar en los Estados Unidos. Después, formó parte de la Brigada Blanca, un “organismo irregular” integrado por elementos de la Policía Militar, la Policía Judicial Federal, la Policía del Distrito Federal y paramilitares o “madrinas”.
Con la Brigada Blanca, en la que participó también el policía Miguel Nazar Haro, Acosta Chaparro “se dedicó a combatir, prioritariamente, a la guerrilla, con procedimientos ilegales, aplicando medidas inhumanas como la tortura, la ejecución extrajudicial y la desaparición forzada de personas”.
De lo anterior existen numerosas evidencias: testimonios de las víctimas y de sus familiares, declaraciones de ex – colaboradores de Acosta Chaparro e incluso documentos escritos por él mismo, como el informe titulado Movimientos subversivos en México.
“Acosta Chaparro –recuerda González Ruiz– era un personaje que no se ocultaba. A diferencia de la mayoría de los represores, que se mantienen en el anonimato, él era ostentoso, se dejaba ver y presumía incluso de su ‘valor’, de su ‘arrojo’ para enfrentarse a lo que ellos llamaban la subversión”. “Él no ha negado nunca haber sido parte de los cuerpos represivos irregulares, por el contrario, lo presume como un acto de heroísmo”.
Gustavo Tarín Chávez, un ex capitán del Ejército mexicano involucrado en el narcotráfico y detenido por el FBI, reveló en 1999 que en la Base Aérea Militar de Pie de la Cuesta, situada en Acapulco, Guerrero, los militares de la guerra sucia asesinaron a centenares de personas y después tiraron sus cadáveres al mar desde un avión Arava IAI – 201, de fabricación israelí.
Al respecto, dice González Ruiz: hay muchas evidencias de que Acosta Chaparro organizó los llamados vuelos de la muerte, “en particular la declaración de su amigo, de su colaborador Gustavo Tarín”, quien “dijo específicamente que Acosta Chaparro comandaba esas acciones de contrainsurgencia, en las que el propio Tarín participó”.
Continúa nuestro entrevistado: “cuando se decidía que un secuestrado, torturado y masacrado –una persona que había sido ya interrogada por los servicios especiales del Estado– ya no era útil, entonces le decían: ‘siéntate en ese banquito, te vamos a tomar la foto del recuerdo’. Después de eso un individuo se acercaba a la persona que estaba en el banquito y le daba un balazo en la nuca. Dice Tarín que Acosta Chaparro ejecutó cuando menos a doscientas personas, con una pistola a la que llamaba la espada justiciera”.
Bajo la supervisión de Acosta Chaparro –y con plena autorización de las más altas autoridades políticas, como el ex presidente Luis Echeverría y el ex gobernador Rubén Figueroa– los cuerpos de esas personas fueron arrojados al mar.
Pese a lo anterior, el general Acosta Chaparro “igual que otros criminales de lesa humanidad, se siente Salvador de la Patria”.
Cuando José Enrique González Ruiz lo conoció, a mediados de los 70, Acosta Chaparro era mayor del Ejército y jefe de la Policía Municipal de Acapulco.
“Se trató de una etapa de agresión muy intensa en contra de los universitarios y del pueblo de Guerrero. Hubo varios desaparecidos que pertenecieron a la comunidad universitaria, recuerdo a Carlos Díaz Frías y a Luis Armando Cabañas, estudiantes de la UAG a quienes no volvimos a ver: se los llevaron los cuerpos policíacos y militares y no los volvimos a ver”
“Recuerdo que en esa etapa, en la zona donde había operado la guerrilla de Lucio Cabañas, por el rumbo El Paraíso –se llama así ese lugar en el estado de Guerrero– había una leyenda popular en el sentido de que cuando se oían en las poblaciones pequeñas gritos de terror en algún lugar la gente decía: ‘por ahí anda Acosta Chaparro’. O sea que era famoso por ser muy desalmado y por utilizar los peores métodos para obtener información”.
“Alguna vez secuestraron a un profesor, un matemático que trabajaba en la Universidad, y yo fui a reclamarle que lo liberaran. Hablé con él y me dijo: ‘¿y de veras quieren que liberemos a ese subversivo, enemigo de las instituciones?’. ‘No –le respondí–, para mí es un universitario, es un profesor de la Universidad, y ustedes tienen la obligación o de ponerlo en libertad o, en todo caso, si consideran que cometió un delito, de consignarlo ante las autoridades competentes’. Finalmente sí lo puso libre. Era un individuo sumamente poderoso y tenía derecho de vida y muerte sobre las personas”.
“Acosta Chaparro tenía de esos arranques que tiene la policía. Un día lo llamé por teléfono –todavía no nos habíamos entrevistado personalmente– y le dije: ‘oiga, soy Enrique González Ruiz, trabajo en la UAG y quiero que nos entrevistemos el día de hoy, si usted puede, porque quiero plantearle el caso de algunos universitarios que están presos o son desaparecidos’. Entonces me dijo –por teléfono, antes de conocerme– ‘¿Enrique González Ruiz? Ah, si, usted es un morenito, de lentes, de pelo chino, que estaba en el Encuentro de Familiares de Desaparecidos en Culiacán la semana pasada. Sí, pase cuando guste, aquí lo espero’. O sea que primero me dio una información acerca de que me estaban siguiendo los pasos y después ya me aceptó la entrevista”.
2. Mensaje de impunidad.
- Agencia Bolivariana de Prensa (ABP): ¿Qué significado político tiene la exoneración de este general?
José Enrique González Ruiz (GR): “Cuando Acosta Chaparro fue exonerado acababan de ocurrir dos cosas importantes, una en el estado de Guerrero y otra a nivel nacional. En Guerrero se había anunciado la creación de la Comisión de la Verdad. Este hecho es sumamente relevante porque la formación de una comisión ciudadana, sin participación de dirigentes de partidos ni de funcionarios públicos podría dar mucha luz sobre lo que aconteció en Guerrero durante la guerra sucia –guerra sucia que por cierto todavía está aplicándose, pero que tuvo su etapa más intensa en los años 70–. Sabríamos, por ejemplo, quiénes fueron los militares que participaron, sus nombres, sus cargos. Sabríamos quiénes eran los agentes operativos, los que detuvieron a las personas, los que las tuvieron en cárceles clandestinas, los que las llevaron a cámaras de torturas. Sabríamos también quiénes eran los jefes de estos, o sea los políticos que tomaban las decisiones. Es decir, sería una oportunidad interesante para abrir una pequeña rendija y que penetrara un poco de luz en este asunto de los ejecutados extrajudiciales, los desaparecidos y los torturados en Guerrero”.
“Por eso el gobierno libera a quien la historia señala como el principal responsable de estos hechos. Libera a Acosta Chaparro diciendo: ‘Ah, ¿quieren investigar qué pasó? Pues ahí está afuera el que estuvo en esos acontecimientos como jefe y como responsable’. Como jefe operativo, cabe aclarar, porque los políticos eran los que tomaban las decisiones, pero Acosta Chaparro era el responsable de llevarlas a cabo”.
“En segundo lugar, en México está ocurriendo un proceso de militarización. El gobierno espurio de Felipe Calderón sólo se puede sostener apoyado en el Ejército, en la Marina y en la Fuerza Aérea. Entonces, mandan la señal de que los militares son intocables, de que pueden haber cometido cualquier atrocidad o cualquier crimen, de que pueden ser delincuentes de lesa humanidad por la guerra sucia o pueden ser traficantes de drogas y no les va a pasar nada. Porque Arturo Acosta Chaparro no solamente fue exonerado de responsabilidad por estos hechos sino que además le devolvieron sus grados militares e incluso le pagaron los haberes por el tiempo que estuvo en prisión”.
3. A menor apoyo social, mayor fuerza militar.
- ABP: ¿Podríamos decir entonces que la guerra de Calderón contra “el narcotráfico y la delincuencia organizada” es en realidad una estrategia de represión y de control social?
GR: “Un gobierno que no tiene consenso social, que no cuenta con el apoyo popular mayoritario, que trata de imponer un proyecto contrario a los intereses de la mayoría de la población –en lo económico, en lo político, en lo cultural–, es un gobierno muy débil. Es un gobierno que tiene que echarse a los brazos del Ejército, de la oligarquía local, del capital local, pero también del capital financiero internacional”.
“No es extraño que, a menor apoyo social, mayor fuerza militar. Eso es lo que está ocurriendo con Calderón. Si estuviera combatiendo al narcotráfico ya hubiéramos visto en la cárcel a los verdaderos dueños de este negocio”, es decir banqueros, empresarios y grandes comerciantes ligados al partido gobernante, como el ciudadano mexicano de origen chino Zhenli Ye Gon.
“Calderón no está combatiendo al narcotráfico, está haciendo contrainsurgencia y está preparándose para posibles insurrecciones o levantamientos en México”.
- ABP: ¿Le parece válida la comparación, a propósito de su naturaleza autoritaria y contrainsurgente, entre los gobiernos de Colombia y México?
GR: “Son muy similares, comulgan ideológicamente, por eso se entienden bien. El gobierno de Álvaro Uribe (...) aplica programas norteamericanos de contrainsurgencia y de control de la sociedad (...) Uribe ha permitido el incremento de los efectivos militares norteamericanos en Colombia y ha rodeado a Colombia de bases militares en los países vecinos”.
“Esta vocación de Uribe, pronorteamericana y de derecha, es compartida por Calderón. No en balde el embajador de Colombia en México es un individuo que ha estado cercano a los asuntos del paramilitarismo (...) y que tiene experiencia en la contrainsurgencia. A Calderón y a Uribe, a ambos gobiernos, los hermanan intereses materiales de carácter económico, pero también una vocación muy conservadora, son estructuralmente de derecha”.
4. Ni perdón ni olvido.
Para que el general Acosta Chaparro no quede impune, José Enrique González Ruiz señala que es preciso denunciar y caracterizar como tales a los criminales de lesa humanidad, enfatizando que “no hay perdón ni olvido respecto de ellos”.
“Una vez informados y conscientizados –dice–, debemos organizarnos para realizar acciones tendientes a que el Estado se vea obligado a enjuiciar a estos responsables de crímenes históricos. Hay que reactivar las instancias de familiares de desaparecidos y de víctimas de la guerra sucia. También hay que tocar las instancias internacionales, las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, las Organizaciones No Gubernamentales como Amnistía Internacional. Hay que moverse en todos esos espacios para dejar claro que en México los criminales de lesa humanidad están impunes, que es peor nuestra situación que la de Argentina o la de Chile o la de Guatemala, donde siquiera algunos, uno o dos de los más negativos de estos personajes, han sido llevados a juicio. Aquí, en cambio, ninguno. Todos están en la impunidad. En tercer lugar, esa organización se tiene que traducir en acciones unitarias de los sectores que estén en este interés, buscando siempre la acción más efectiva en el momento preciso para que se levante de nuevo la bandera de la justicia y la verdad en los asuntos de la guerra sucia.
- ABP: ¿Algo más que quiera agregar?
GR: Mi agradecimiento y mi solidaridad con las luchas bolivarianas.
.
Consulta en: