Las piezas hacen alusión a deidades acuáticas, entre ells Tláloc, dios de la Lluvia y fueron descubiertas en 2007 en el sitio donde se exponen.
Se considera que los bajorrelieves, que miden aproximadamente 50 centímetros de ancho y largo, reproducen la morada de las deidades acuáticas, Tláloc y Tlaltecuchtli, esta última, dios de la Tierra, relacionada en este contexto con la agricultura y la fertilidad.
La celebración tenía la finalidad de bajar simbólicamente el fuego del cielo, y lograr que la vida persistiera por 52 años más; en el petrograbado se alude a este momento con un barreno, palo vertical que perfora una tabla horizontal, encima del cual se observa la representación de una flama.
Hasta el momento no se ha determinado qué cultura creó los petrograbados, aunque se estima que datan de alrededor de 1100 d.C., que se infirió a partir del fechamiento de la etapa constructiva del juego de pelota, en el que fueron encontradas las piezas.
Para atender los daños, especialistas del INAH, colocaron una mezcla de cal y arcilla en los espacios de las estructuras donde la tierra, que fungía como relleno, se deslavó.
La pieza que corresponde al Fuego Nuevo se desprendió de una banqueta en 2010 y este año se reintegrará a la estructura y se dejará expuesto.
Cinco de los petrograbados ya habían sido identificados con anterioridad, ya que durante investigaciones realizadas en el sitio durante 2007, se hizo el registro de una etapa constructiva anterior, respecto a la que era visible en aquel momento.
El año pasado, tras los fenómenos naturales registrados, que los arqueólogos se dieron a la tarea de quitar parcialmente la última etapa constructiva, con la finalidad de que los bajorrelieves quedaran visibles al público.
El nombre de la Zona Arqueológico de Tehuacalco, proviene de la palabra náhuatl tehuacalli, que se refiere a las pozas o pequeñas oquedades prehispánicas que fueron creadas por el hombre en las piedras con fines rituales.