Benito Jiménez / Agencia Reforma
Ciudad de México
Los restos de los héroes insurgentes regresaron ayer a su morada, en el Ángel de la Independencia, entre llamados a la unidad para terminar con la desigualdad, la violencia, la injusticia y la corrupción.
Hace 200 años esos héroes encabezados por Miguel Hidalgo y Costilla, impulsaron en México un movimiento para soterrar la esclavitud y la pobreza.
A un bicentenario, la exigencia es la misma.
El viernes, frente a los restos de esos héroes, el presidente Felipe Calderón y representantes del Congreso de la Unión se reclamaron dejar intereses particulares y aterrizar acuerdos para continuar con los ideales de los caudillos insurgentes.
A cambio recibieron aplausos.
Tras una guardia de honor del presidente, los restos de los héroes nacionales fueron colocados en el interior del basamento del monumento a la Independencia.
El máximo homenaje militar, con uniformes de gala, implicó un cortejo fúnebre con 20 oficiales, 62 cadetes, 55 elementos de tropa, 11 vehículos, 7 motocicletas y 75 caballos.
Los restos póstumos de los 14 próceres fueron aplaudidos y reconocidos con claveles blancos y rojos durante su recorrido de Palacio Nacional al Ángel de la Independencia. Se oyeron varios “Viva México” y “Vivan los héroes que nos dieron Patria”.
“Ahí hijo, mira, mira, ahí va Hidalgo”, apuraba una señora.
Otros se quitaron el sombrero o la gorra durante la marcha fúnebre, pese a la lluvia.
“Esos sí fueron héroes, ellos sí merecen respeto”, sostuvo don Carlos Vidal, de 66 años, un carpintero de oficio, quien logró colocar un clavel en el vehículo donde fueron trasladados los restos óseos de José María Morelos y Pavón.
Otros como Fernando Peña no lograron ver ni de lejos las urnas. “Los señores de seguridad no me dejaron pasar al Ángel, mi familia y yo tuvimos que ir a un restaurante a verlo por la televisión. No se valen ese tipo de actitudes, que cuiden a su presidente, pero uno va a la ceremonia de los héroes”, lamentó.
El Estado Mayor Presidencial (EMP) selló parte de la Zona Rosa, la Colonia Cuauhtémoc y Avenida Reforma. “¿A dónde se dirige?”, era la pregunta obligada de los uniformados de negro.
Trabajadores de la zona tuvieron que esperar a que finalizara la magna ceremonia para acudir a sus labores. “No se vale, les muestra uno la credencial y el lugar a donde va uno y ni así”, reclamó una joven que atiende una cafetería.
El Estado Mayor Presidencial desplegó a 900 elementos en los alrededores del Ángel de la Independencia, mientras que el Ejército echó mano de francotiradores y la Policía Federal de grupos antimotines.
Al pie de la columna del Ángel, 120 soldados de Infantería ejecutaron el toque de Silencio y de Diana Antigua con precisión. Fue el momento más solemne, seguido por la salva de fusilería.
Los invitados especiales fueron colocados a los costados del pódium principal. Los ciudadanos que lograron ingresar a la glorieta del Ángel, fueron sentados al otro extremo, donde observaron el evento por pantallas gigantes.
El 30 de mayo de 2010 fueron extraídas las urnas que contenían los restos de los héroes de la Independencia y llevadas al Museo Nacional de Historia-Castillo de Chapultepec para su estudio. El 15 de agosto del mismo año fueron trasladadas a Palacio Nacional para recibir homenaje de los mexicanos.
Militares indicaron que los huesos fueron envueltos en paños de seda protegidos de cualquier agente externo. El basamento fue blindado para evitar filtraciones y ahora cuenta con un sistema para detectar humedad.
Fue un evento que causó orgullo para algunos que hasta llevaron su bandera tricolor. Otros lo aprovecharon para conciliar acuerdos.
El Sur, 31 de julio de 2011
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