martes, 22 de junio de 2010

Sobre la revolución en la Costa Chica

En LA JORNADA GUERRERO del 22 de junio de 2010, se publicó la siguiente nota:
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Historia y revolución en la Costa Chica
Jaime Salazar Adame
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La historia es un proceso en constante construcción. La aparición de nuevos métodos, tecnologías o enfoques nos permiten valorar de manera distinta las tendencias prevalecientes en el conocimiento del pasado. Mejor aún, la aparición de nuevos acervos y documentos originales nos facultan reconstruir el pasado, porque no está muerto ni enterrado, está allí esperando una nueva mirada o visión más cercana a la realidad social de nuestros pueblos.
En el contexto de los festejos del bicentenario de la Independencia de México y del centenario de la Revolución mexicana, suscita esta reflexión, el venturoso acontecimiento de la presentación pública de unas memorias documentales, perfectamente conservadas sobre la Revolución mexicana en la Costa Chica del estado, que propician nuevos puntos de vista más apegados a la circunstancias que les tocó vivir a nuestros paisanos de los pueblos de la costa de Guerrero y Oaxaca.
El volumen se circunscribe a la historiografía de la Revolución guerrerense con obras tales como: Historia de la Revolución en el estado de Guerrero, 2da Ed. ampliada hasta 1920, de Vicente Fuentes Díaz, 1983. Historia de la Revolución en el estado de Guerrero, tres tomos, de José Manuel López Victoria, 1985. La Revolución Zapatista de Guerrero. De la insurrección a la toma de Chilpancingo, 1910-1914, en 1990 y De la revolución al agrarismo en la costa guerrerense, 1997, ambos de Renato Ravelo Lecuona. La Revolución de 1910 en Guerrero y Michoacán, de Jesús Millán Nava, 2008. La Revolución mexicana en el estado de Guerrero. La lucha zapatista en la región de La Montaña, 1910-1918, de Francisco Herrera Sipriano, 2009, entre otras de carácter general.
Don Isaías Vázquez Añorve escribe sus memorias sobre la Revolución mexicana en la Costa Chica del estado de Guerrero, en un periodo que corre de 1909 a 1915. Aunque en muchos casos anticipa las fechas y en otros las adelanta hasta 1948, tiempo en el que concluye su manuscrito. Formalmente principia con la Revolución iniciada por Francisco I. Madero y culmina con el triunfo del constitucionalismo encabezado por el primer Jefe Venustiano Carranza.
A la manera de Herodoto, el conocido Padre de la historia, la crónica del señor Vázquez tiene por finalidad dar a conocer los hechos como ocurrieron realmente, para evitar que las hazañas de los auténticos revolucionarios cayeran en el olvido, y también para impedir que solamente la versión de los oportunistas fuera la difundida y reconocida.
Se trata de una obra redactada a partir de los múltiples apuntes, notas, fotografías y documentos que el señor Isaías Vázquez Añorve, escribió y conservó para dejar su testimonio de la Revolución que sacudió a México en 1910, como proceso largo y complejo que marcó para siempre la vida nacional, de la Costa Chica, de Ometepec y consecuentemente su propia existencia personal y familiar.
También escribe para revelar que es a partir de la invitación que Aquiles Serdán hizo a Enrique Añorve Díaz, en Puebla, y éste a don Nicolás Vázquez Ortiz, quien a su vez hizo partícipe a su hijo Isaías de tal acontecimiento, para que se enrolaran en la rebelión de enorme alcance contra el dictador Porfirio Díaz, y estallaran la Revolución en la Costa Chica y parte de Oaxaca, particularmente en su querido Ometepec.
En todo el cuerpo del texto lo que se palpa con múltiples casos es que los movimientos armados trastocan drásticamente la vida de los pueblos que los sufren y alteran la realidad y la vida cotidiana de las personas, al suscitar pasiones que sacan a la superficie las tensiones, los rencores, los conflictos lentamente acumulados, similar a las explosiones en las que aparecen lo peor y lo mejor de los individuos y las comunidades. El mejor ejemplo lo constituye la narración acerca de la defensa del orden legal en Ometepec y el levantamiento armado contra el jefe de dicha plaza, Isidoro C Mora en septiembre de 1915.
Igualmente esa conflictividad nos permite hablar más que de una revolución, de varias revoluciones, porque cada pueblo asumió sus agravios como bandera reivindicatoria de su propia lucha. Por eso, la Historia de la revolución en Guerrero registra 23 bandas de revolucionarios y alzados que asolaban al estado, lo hacen en forma fragmentaria puesto que se dispersan en las diferentes regiones cada uno con distintas demandas.
Los Figueroa, prósperos rancheros en la zona Norte, contra el reeleccionismo; Ladislao Álvarez y Jesús H Salgado, propietarios de tierras y minas en Teloloapan con ascendiente en la Tierra Caliente, en favor de la restitución de tierras; Julián Blanco, oficial de las fuerzas de seguridad en el estado, en el Centro, primero, está con los zapatistas y después, con los constitucionalistas; Eucaria Apreza, acaudalada terrateniente en Chilapa, por la causa maderista; Enrique y Pantaleón Añorve minifundistas mestizos, en la Costa Chica, maderistas y constitucionalistas; y Tomás Gómez y Silvestre G Mariscal, antiguo maestro de escuela, en la Costa Grande, sucesivamente, es maderista, huertista y constitucionalista.
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