lunes, 24 de enero de 2011

En las tablas del teatro universal de mi patria. Teloloapan y la insurgencia suriana


Roberto Ventura Pérez

¿En verdad estamos conmemorando 200 años de nuestra Independencia? ¿Tenemos 200 años de ser mexicanos como se nos ha dicho? Las anteriores interrogantes son algunas de las reflexiones que se hace el historiador Jesús Guzmán Urióstegui en las presentaciones que ha realizado en el estado de Guerrero y en la capital del país al comentar su reciente libro En las tablas del teatro universal de mi patria. Teloloapan y la insurgencia suriana 1810-1821, editado por el ayuntamiento municipal de Teloloapan.

El propósito del libelo de 287 páginas, es ofrecer un acercamiento descriptivo y explicativo, de la manera y forma en que se desarrolló la gesta independentista de 1810 a 1821 en las tierras del llamado Sur, en particular en Teloloapan. Uno de los bastiones fundamentales de la lucha insurgente.

Los dos primeros capítulos del libro los dedica a estudiar la insurgencia suriana, con José María Morelos y Vicente Guerrero al mando, para culminar con la Independencia en la región de Teloloapan. Adicionalmente, se incorporan tres anexos. El primero da a conocer una selección de documentos signados por insurgentes o realistas. El segundo presenta diversos testimonios documentales y bibliográficos del siglo XIX que retratan las negociaciones de paz entre Vicente Guerrero y los virreyes, incluyendo el Abrazo de Acatempa. En el último, se ofrecen varias de las creaciones literarias en verso que sobre el tema al que aludimos fueron publicadas en 1910 en el gustado Romancero de la Independencia, por la imprenta del periódico El Tiempo propiedad del guerrerense Victoriano Agüeros.

Es muy interesante la manera en que el autor reivindica la participación de General Vicente Guerrero en la lucha por la independencia de la nación mexicana, pues el esfuerzo de este imponente líder ha sido minimizado a lo largo de la historia, por su origen humilde y su pensamiento.

En entrevista, el autor señala “el libro versa sobre el papel del sur en la guerra de independencia, del papel de Teloloapan en la misma que fue fundamental; muy a tono con las conmemoraciones y lucha en mucho contra la manipulación. ¿Por qué? Desde las llamadas invitaciones que se hicieron Inicio de las fiestas del Bicentenario, 200 años de nuestra independencia, 200 años de ser orgullosamente mexicanos, ojo, el gobierno federal nos quiere vender esa idea, con una mala interpretación de nuestra historia. Eso es mentira. Porque nuestra Independencia tenemos que conmemorarla en el 2021. Y si nos vamos al reconocimiento de España, nos tenemos que entender hasta el 2036. Pero eso nos importa menos. Importa la alianza que nos generó como nación”.

Agrega el autor “¿por qué nos dicen 200 años de ser mexicanos? Me parece que Felipe Calderón no tiene nada que celebrar en su triste existencia y como presidente menos, por eso le acomoda muy bien decir: Yo fui el presidente que celebró los 200 años de nuestra Independencia, pero está partiendo obviamente de una mentira y una mentira flagrante que habría echársele en cara a cada momento. Es curioso, ningún gobierno estatal, ningún gobierno nacional ha tenido desde hace muchos años, el gusto de vencer en conmemoraciones y celebraciones de un evento a las que realizó ese tan difamado y vilipendiado Porfirio Díaz, él sí supo cómo hacer más fiestas del Centenario gloriosas, pero gloriosas en serio.”

El historiador e investigador de la UNAM señala: “El balance de las conmemoraciones oficiales en el estado de Guerrero en torno al Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana, es lamentable. No le dieron la importancia que debiera tener como estado sede, como estado cuna de toda una gesta fundacional de la nación mexicana. Me queda claro que hay un desconocimiento, y cuando lo hay, no se puede integrar estos procesos de revalorización de los acontecimientos históricos. El nuevo texto coloca a las autoridades de Teloloapan como las únicas en todo el estado de Guerrero que se pusieron a trabajar en torno al Bicentenario. La afirmación deriva de que nos invitaron a formar parte de la Comisión del Bicentenario y Centenario de estas guerras a nivel estatal y aprecio que ahí no se hizo absolutamente nada, salvo presentaciones de cantantuchos que ya quisieran tener la mitad de la calidad de otros cantantes guerrerenses”.

De Vicente Guerrero se han dicho mil cosas, señala: “decían que era un rústico, yo lo pondría entre dicho, la mayor gloría que le dan a Guerrero es esa frase patriotera (porque se utiliza nada más en las ceremonias de fiestas patrias) La patria es primero, ¿y luego qué? ¿Qué más dijo? ¿Cuál es su valor? ¿Nada más porque se lo dijo a su padre? ¿Nada más porque el padre le dijo que dejara la lucha y entregara al gobierno español? Habría que darle mucho más mérito de los que se le han reconocido, para mí, junto con Lázaro Cárdenas, fue uno de los dos únicos presidentes de este país cuya base de gobierno ha sido el pueblo, no la aristocracia”.

Al respecto agrega: “Ahí están los testimonios, las pruebas de cuando Guerrero llegó a la Presidencia tenía un proyecto de gobierno bien definido. Eso no les gustó a muchos, entre ellos Lucas Alamán, lo que provocó que lo cercaran, lo cooptaran y lo fusilaran. Guerrero tiene una conciencia de clase diferente a la de Hidalgo y Morelos, porque él era de la negritud, él era mulato, era de los despreciados. Plantea que el poder ya no es para los criollos, ya no es para los leídos y escribidos, el poder es para todo el pueblo en la lucha insurgente. Tiene una capacidad de organización y coordinación esplendida, ataca el mismo día y a la misma hora: Ajuchitlán, Tlapa, Alcozauca, Chilpancingo, Acapulco, por lo que nace el mito de que Vicente Guerrero es un empautado, tiene pacto con el diablo, vuela. Los realistas se dan de topes porque no pueden derrotarlo”.

El autor explica: “En la negociación con Agustín de Iturbide, éste se quería chamaquear a Vicente Guerrero, ofreciéndole un acuerdo desventajoso. Guerrero le dice: sí como no, pero dejémonos de cuentos: o acepta usted la independencia o ya no volvemos a entablar comunicación. Y ahí es donde Iturbide se ve obligado a firmar el Plan de Iguala”.

¿Hubo abrazo o no hubo abrazo entre Guerrero e Iturbide? El escritor responde: “Yo creo que sí hubo abrazo, porque era el saludo de la época. Todo mundo cuando se veía se estrechaba en un abrazo, porque también es la forma de despedida. Iturbide mismo se lo dice reiteradamente a Guerrero: quiero saludarlo en un abrazo, quiero estrecharlo con un abrazo. Vicente Guerrero acepta en ese momento histórico pactar y dejar que se consolidara una nueva forma de gobierno, a pesar de que su pensamiento estaba conformado por ideas republicanas. Lo simbólico es que a partir de ahí se conjugaron los elementos y surge una nueva nación, con dos proyectos diferentes”.


Fuente: Periodico Pueblo Guerrero, 17 de enero de 2011.

Suplemento Vida y Sociedad, en El Faro de la Costa Chica, 07 de enero de 2011

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